“En lengua guaraní, ñe e significa ‘palabra’ y también significa ‘alma’. Creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, o son traidores del alma”
Este maravillo pasaje del libro `Las palabras andantes´ de Eduardo Galeano refleja a la perfección la importancia de la palabra y la elocuencia en nuestro mundo. Esta afirmación es más actual que nunca en la revolución digital, dónde el conocimiento y su capacidad de transmisión son el motor de la transformación de la sociedad del Siglo XXI.
Sin duda el habla es una de las principales características que diferencian al hombre del resto de las especies y su capacidad de comunicación ha sido el motor de la evolución. Pero si hasta ahora nos ha ayudado a progresar y construir un mundo mejor que el de nuestros ancestros, en un futuro no muy lejano, nos ayudará a sobrevivir frente a la batalla que se avecina con las máquinas, los robots y la inteligencia artificial.
La revolución imparable
Ya me hacía eco de esta revolución en mi artículo `Robots, next revolution´, y siendo imparable la robotización de muchas tareas que hace actualmente el hombre, sólo con el uso de nuestro `alma´ o sentimientos en la manera de relacionarnos nos puede salvar de un futuro, quizás apocalíptico.
Quien nos dice que en unas décadas, con la incursión de la máquina inteligente, no se empieza a plantear esta propia máquina de la aportación de valor del ser humano en la tierra, cuando hasta ahora, más allá del progreso, lo que provoca es destrucción y consumo de recursos naturales que empeorarán la situación de la tierra. Casi con tal probabilidad, los 7 mil millones de seres humanos que la habitamos ya no seremos `necesarios´ para el progreso, dado que las máquinas inteligentes podrán suplantarnos con mucha más eficiencia y con menos costes materiales y orgánicos.
Como ejemplo, podemos fijarnos en el espectacular descenso de la población caballar en España tras la revolución industrial. En 1865 habían censados unos 672.000 caballos en nuestro país, en el año 2000 tan sólo quedaban 260.000. Es lógico que, una vez que este noble animal ya no era necesario para las tareas productivas y de transporte, la especie fuera menguando.
¿Quién nos dice que no va a ocurrir lo mismo con el ser humano? Hasta ahora el ser más inteligente en la tierra era el hombre, pero en tan sólo unas décadas la máquina superará a la inteligencia del ser humano y, sin duda, la inteligencia artificial empezará a tomar decisiones por nosotros.
La solución la inteligencia artificial
Sólo nos puede salvar una cosa: el `alma´, aquello que una máquina es imposible de reproducir por muy inteligente que sea y, en consecuencia, el habla con alma o con elocuencia. Actualmente casi cualquier tarea podría hacerse por una máquina o robot inteligente, pero la capacidad que tiene el hombre de poner alma en como hace y dice las cosas será difícilmente sustituible en cualquier oficio.
Por ello, preveo una reconversión de todos los oficios con un gran porcentaje de inteligencia emocional, dónde las máquinas hagan las tareas mecánicas o de inteligencia y el ser humano traduzca esos resultados en `sinfonía emocional y/o bucal´. Eso jamás lo podrá hacer un algoritmo.
Si mi predicción es correcta, cuánto deberemos cambiar nuestro modelo educativo para entrenar más la palabra, quedando lo muy inteligente como obsoleto. Las áreas técnicas se irán impregnando de habilidades creativas y expresivas para superar en capacidades a nuestras futuras máquinas.
Al igual que empecé, cierro con este post de Eduardo Galeano:
“Quien nombra, llama. Y alguien acude, sin cita previa, sin explicaciones, al lugar dónde su nombre, dicho o pensado, lo está llamando.
Cuando eso ocurre, uno tiene el derecho de creer que nadie se va del todo mientras no muera la palabra que llamando, llameando, la trae”
Sé elocuente o desaparecerás.