El mundo está viviendo una de las mayores revoluciones tecnológicas de la historia. Cada día vemos aparecer innovaciones increíbles, (como el ChatGPT del que todo el mundo habla), mientras nuestros líderes políticos dedican mucho tiempo y esfuerzo en debates, a mi entender estériles y sin visión de futuro, tal y como hemos presenciado recientemente en el debate de censura al gobierno. Yo soy de la opinión de que, por encima de las ideologías y los sentimientos, está el progreso y el bien de la humanidad. Los seres humanos tenemos la obligación de mejorar nuestra sociedad y el entorno, sin perjudicar a los demás.
Para contribuir al progreso humano, no basta con ser inteligente o ingenioso, aunque sin duda son factores que desempeñan un papel importante, pero no son las verdaderas fuerzas motrices de la innovación disruptiva. Estimular el cambio positivo en el mundo requiere ciertas mentalidades y maneras de pensar distintas, combinadas con conocimientos tecnológicos, creatividad y sensibilidad social.
Aquí hay cuatro mentalidades que nos permitirán dejar una huella positiva en la humanidad.
1. Curiosidad y pensamiento crítico
Una de las tragedias de nuestro sistema educativo es que no nutre el sentimiento de asombro infantil con el que todos nacemos. La curiosidad es un motor poderoso para desarrollar nuevos conocimientos e innovación. Es mediante la canalización de un sentido infantil de temor sobre el mundo que realmente podemos imaginar algo aún mejor.
Eso se hace cuestionando cómo hacemos las cosas en el mundo de hoy en vez de aceptarlas como son. A menudo son los niños los que cuestionan los aspectos fundamentales de nuestras sociedades modernas. ¿Por qué tenemos dinero? ¿Por qué vamos a la escuela? ¿Por qué tenemos un gobierno? Si se cultivan, estas preguntas pueden permitirnos plantear críticas inteligentes de nuestro mundo de hoy.
Por ejemplo, ¿son nuestros sistemas financieros globales la única y mejor manera de intercambiar transacciones? ¿Es nuestro sistema de educación actual apto para el propósito? ¿Cuál es la forma más justa de implementar una democracia? Hacer preguntas -y preguntar las buenas- es la base del pensamiento crítico.
Se necesita una poderosa curiosidad, pensamiento crítico e imaginación para imaginar alternativas radicales a cómo hacemos las cosas en el mundo de hoy. Y luego ser inspirados a ejecutarlas.
2. Optimismo Inteligente
Ignorar la realidad de nuestro mundo, mediante un optimismo ciego e ignorando algunas de las realidades brutales de nuestro mundo, solo nos llevará a decisiones incorrectas y muy peligrosas. El optimismo inteligente es ser optimista sobre el futuro basado en la razón y la evidencia científica. Se trata no sólo de reconocer que nos enfrentamos a retos constantes, sino también de abarcar nuestro potencial como especie para resolverlos.
En los últimos 100 años, hemos visto un aumento del 100% en la esperanza de vida humana. Hemos aumentado enormemente nuestro acceso a bienes y servicios, información, educación, transporte y medios de comunicación. El número de muertes debidas a la guerra ha experimentado un descenso significativo, etc…. Sin embargo, nuestros cerebros están diseñados para prestar una atención desproporcionada a las malas noticias. Hay una ventaja evolutiva en estar alerta e híper-consciente de las amenazas a las que nos enfrentamos. Las agencias de noticias saben esto perfectamente… ¡De hecho, los estudios demuestran que las malas noticias superan con creces las buenas noticias en 17 veces!
Al igual que informamos sobre las noticias negativas importantes en el mundo, también debemos seguir destacando los logros de la humanidad. ¿Cómo pueden nuestros jóvenes crecer creyendo que pueden tener un impacto positivo en el mundo si las noticias están sugiriendo lo contrario? Como dijo Carl Sagan: «Por todos nuestros fracasos, a pesar de nuestras limitaciones y falibilidad, los seres humanos somos capaces de la grandeza».
3. Arriesgarse
Lograr un nuevo modelo económico, un modelo de impacto social, tiene un coste. La ejecución de una idea radicalmente distinta, puede parecer perjudicial o de alto riesgo, sin embargo, ser arriesgado, como elemento estratégico, es una valiosa habilidad, en un momento de gran transformación, como el que vivimos. No se trata sólo de hacer algo radical o «loco», sino más bien de abrazar la incertidumbre, salir de la zona de confort, y hacer algo que cumpla con el propósito de la empresa o de tu propia vida, incluso si las probabilidades son pocas. La toma de riesgos eficaz, implica la identificación de estrategias que pueden mitigar los riesgos, y trabajar para el éxito.
Un aspecto crucial en la toma de riesgos, es aceptar el fracaso y redefinir los intentos fallidos como retrocesos temporales, en lugar de ser el fin de nuestros sueños como los conocemos. En palabras de Elon Musk, «Si las cosas no fallan, no estás innovando lo suficiente».
4. Pensamiento disruptivo
En vez de trabajar para tener una ganancia del 10%, o pensar en mejorar un producto o una idea actual, el pensamiento disruptivo implica pensar en multiplicar. Este pensamiento permite ideas radicales, atrevidas, en oposición a mejoras incrementales. Se trata de un cambio a gran escala de la civilización, con el mayor impacto posible, en un mundo global e hiperconectado.
En última instancia, el objetivo final, es utilizar estas mentalidades como catalizadores del progreso humano. No se trata sólo de crear un producto o generar beneficios, sino también resolver un problema social o medioambiental y tener un impacto positivo en vidas humanas. Según Peter Diamandis, un multimillonario no debe ser definido por la cantidad de dinero que hace, sino como alguien que impacta la vida de mil millones de personas.
Se trata de hacer las preguntas correctas, de ser inteligentemente optimista sobre el futuro, de asumir riesgos, y de mantener una perspectiva disruptiva.
Deseo de corazón, como ciudadano del mundo, que los conflictos políticos pasen a un segundo plano y trabajemos todos juntos en construir una sociedad más unida, más justa, más ecológica y preparada para los retos del futuro. Se lo debemos a nuestros hijos.