Cómo es posible que estemos todos transformando nuestras organizaciones y adaptándolas a la nueva realidad digital, y en cambio la manera de educar a nuestros hijos apenas ha evolucionado en las últimas décadas.
Tanto los contenidos como los métodos se han quedado obsoletos en un mundo digital y conectado, que requerirá expertos en materias como la robótica, la biotecnología, el Internet de las Cosas o la Realidad Virtual.
El sistema educativo debe sufrir un cambio de paradigma. Los maestros siguen impartiendo clase de pie en la parte delantera de la clase y entregan información, gran parte de ella sin utilidad para el siglo XXI. Las escuelas favorecen la competencia, la conformidad, la obediencia y la normalización, y al mismo tiempo participan en la represión de nuestros impulsos creativos, naturales y facultades de pensamiento crítico.
Los niños son moldeados y condicionados a través del modelo de “fábrica de la educación” para ser incondicionales abejas obreras en un sistema que no se preocupa por el progreso humano. Como resultado, nuestra especie está estancanda. Con el fin de llegar a la siguiente etapa de nuestra evolución, el sistema educativo debe someterse a una revolución de su propia naturaleza.
Como mínimo, el sistema educativo debería poder adoptar conceptos como el auto-descubrimiento, la investigación, la sostenibilidad, la innovación, la comunicación y la empatía:
1. Autodescubrimiento
La primera de las seis dimensiones se centra en el crecimiento interno y personal de cada niño. Los niños deberían tener acceso a todas las vías de descubrimiento que deseen, de las prácticas artísticas y estéticas a los deportes, actividades al aire libre y todo lo relacionado con el medio.
El juego creativo debería ser parte de su rutina para dar rienda suelta a través de una amplia gama de herramientas creativas para dibujar, construir, inventar, componer, imaginar y experimentar. Los maestros han de tomarse el tiempo para conocer a cada niño a nivel personal, y hacer todo lo posible para fomentar y descubrir las habilidades naturales de cada niño, sus pasiones e intereses.
2. Investigación
Esta dimensión tiene por objetivo proporcionar a los alumnos herramientas y recursos para que sean pensadores críticos totalmente independientes, y para conocer la información a través de un enfoque de investigación. El papel del maestro se debería desplazar de un dictador de información a un facilitador del diálogo abierto. Los métodos de enseñanza tradicionales han de dar paso a más tiempo de tutoría al estilo socrático, que involucre a los estudiantes.
3. Sostenibilidad
En la actualidad, el sistema de enseñanza no tiene nuestra realidad ambiental suficientemente integrada. La sostenibilidad debe ser un tema prioritario en cualquier nuevo sistema. Con la deforestación catastrófica de la Amazonía, los depósitos de chatarra de plástico en los océanos, la contaminación de nuestra atmósfera, el desplazamiento y la destrucción de los ecosistemas, la amenaza de la radiación nuclear, y ahora el saqueo y el pillaje de las regiones árticas, es fundamental que nuestros hijos sepan la verdad del impacto real y duradero en el medio ambiente.
Los estudiantes deberían aprender todo sobre la gestión inteligente y eficaz de los recursos y residuos, interactuar con las nuevas tecnologías disruptivas y convertirse en solucionadores de problemas con respecto a las crisis ambientales que se enfrenta nuestro planeta. La inmersión en la naturaleza será una parte integral de este modelo, ya que es crucial para nosotros recuperar nuestra conexión con la tierra y con toda la vida en él.
4. Innovación
Las hazañas más grandes de la humanidad y el progreso siempre se han llevado a cabo a través de las ideas no convencionales. Pensar “out of the box” debería estar profundamente arraigado en la filosofía de un nuevo sistema de educación. Las escuelas ponen mucho el énfasis en el pensamiento divergente, es decir, pensar en lo correcto o incorrecto de cualquier problema dado. Las estrategias de pensamiento divergente permiten que los niños agudicen su inteligencia creativa natural, de modo que puedan alcanzar su máximo potencial como innovadores del futuro.
Toda competencia innecesaria en el aula será reemplazada por prácticas de enseñanza y de aprendizaje colaborativo. Nuestro potencial humano es mucho mayor cuando trabajamos juntos que cuando se trabaja de forma individual o en conflicto entre sí. Debemos educar a nuestros hijos en un ambiente centrado en los principios de colaboración y orientados a la comunidad para que puedan crecer para ayudar a crear un mundo mejor y más justo para toda la especie.
5. Comunicación
En un mundo global hiperconectado es fundamental desarrollar las habilidades de comunicación a nuestros hijos, como las de hablar en público, relacionarse con personas de distintas nacionalidades, etc…
Los estudiantes deberían aprender a reconocer las emociones y el lenguaje corporal, y aplicar la comprensión de la gestión de las relaciones sociales y su propio crecimiento personal. Al hacerse conscientes de sus emociones, van a ser capaces de minimizar los conflictos, tanto internos como externos.
6. Empatía
La última de las seis dimensiones, va de llevar la conexión humana real a las escuelas. Es tan importante que las generaciones futuras aprendan a valorar toda la vida en el planeta para que nuestra especie no continúe perpetuando el círculo vicioso de las guerras, la opresión y el conflicto que ha causado un grado desmesurado de dolor y sufrimiento.
Con el fin de evolucionar, tenemos que unirnos todos los colores y credos y eliminar todas las barreras de separación. El fervor nacionalista debería ser eliminado en el siglo XXI. No debería haber ninguna promesa de lealtad ni pedagogías etnocéntricas. El sistema de educación debería adoptar un enfoque holístico, planetario, y trabajar en la filosofía fundamental de que todos somos uno.
Las escuelas deberían funcionar como comunidades reales en lugar de las instituciones que son ahora. Los niños deberían ser valorados, respetados y dotados de la suficiente confianza para tener importantes funciones de responsabilidad en la escuela. También se les debería de animar a participar en actos de bondad al azar dentro y fuera del aula, y actuar con compasión. Los niños deberían aprender estrategias para empatizar con otras personas que estén pasando por la agitación psicológica, física o emocional, que podría ser tan simple como sentarse en silencio con ellos y compartir su dolor, o un abrazo sincero.
Sin duda nos queda mucho por hacer en temas de educación, pero si queremos prosperar y que nuestro mundo sea un sitio mejor, solo lo haremos si las nuevas generaciones están concienciadas y educadas para ello.