En algo nos estamos equivocando cuando en el mundo hay aún tanta violencia, tanta pobreza e intolerancia, cuando (esta semana más que nunca) estamos viendo muestras evidentes del cambio climático. Este no es el modelo de planeta que queremos dejar a las generaciones posteriores, el nuevo consumidor actual ya está reclamando cambios a las empresas.
Cada 10 minutos muere un niño de hambre en el mundo, 800 millones de personas viven con desnutrición permanente, 1.200 millones de personas viven en la pobreza extrema, el 60% de la población viven con menos de 4 dólares al día, 2.500 millones no tienen acceso a agua potable, mientras 1.900 millones tienen sobrepeso, 123 millones de niños no saben leer ni escribir, 2.500 millones de personas no tienen acceso a la sanidad pública, 1.500 millones de niños sufren algún tipo de violencia, 7 millones de personas mueren al año por contaminación, el 35% de las mujeres han sufrido violencia física o sexual, 1 de cada 5 personas no tiene acceso a electricidad… y esta semana estamos viviendo en Europa la peor ola de calor de la historia, sin duda una muestra más que evidente del cambio climático. Así está el mundo.
Sin duda, este no es modelo de planeta al que deberíamos aspirar, en algo nos estamos equivocando: es más que evidente.
Cualquier persona en posición de actuar sobre los grandes retos de la humanidad está en la obligación de hacer algo, por poco que parezca y especialmente la clase empresarial y ejecutiva. Hay cuatro razones imperiosas que sustentan esta teoría:
- La primera es por caridad, todo ser humano tiene como misión hacer de este mundo un lugar mejor para las siguientes generaciones.
- La segunda es porque “su majestad: el cliente” nos lo está exigiendo. El 44% de los consumidores declaran haber dejado de comprar alguna marca por malas prácticas sociales o con el medio ambiente (fuente: Forética)
- La tercera porque los agentes económicos ven en el impacto social, la siguiente “ola” económica.
- La cuarta ¡porque es posible! Las nuevas tecnologías disruptivas permiten más que nunca innovar para mejorar el planeta, tal y como detallo en mi libro El Tsunami Tecnológico.
El nuevo consumidor actual ha pasado de ser un ser pasivo, ajeno a los problemas globales, marquista y consumista, a un consumidor conectado con el mundo 24x7x365, preocupado por su entorno, inteligente, exigente, digital y que quiere el mejor servicio al mejor precio con el mejor trato. Este hecho ha provocado que muchas empresas tradicionales se hayan quedado “fuera de juego” y estén viendo cómo sus cuentas de resultados sufren tanto en ventas como en rentabilidad… y esto no ha hecho más que empezar.
Las empresas no comprometidas con hacer de este mundo un lugar mejor acabarán por perder la confianza del cliente
Las nuevas tecnologías que están por desarrollarse en nuestra sociedad (3D Print, Biotecnología, Internet of things, Robótica & Inteligencia artificial, etc…), van a transformar aún más el modelo de relacionarnos con nuestros clientes, a la vez que va a transformar todos los sectores productivos, tal y como los conocemos en la actualidad.
Además, los nuevos competidores que están naciendo de la mano de estas nuevas tecnologías, gracias a la reducción de costes de estas, así como por la capacidad de desarrollarse rápidamente a nivel global, van a cambiar con toda probabilidad todos los rankings sectoriales. Hace tan solo unos años cualquier compañía del Fortune 500, conseguía de media su primer 1Billion Dollar de ingresos en 20 años, los nuevas compañías disruptivas lo están consiguiendo en menos de 5 años (Tesla, Uber, Whatsapp, Snapchat, Oculus, etc….).
Mucho han de cambiar las compañías actuales, nacidas en el SXX, para adaptarse al nuevo consumidor y poder competir con los nuevos players:
Las compañías disruptivas, nativas del SXXI, piensan de forma exponencial y se estructuran en consecuencia:
La principal diferencia es que las empresas disruptivas piensas en exponencial (multiplicar X5), mientras las tradicionales siguen pensando en porcentual (crecer un 5%) y no tienen como principal objetivo ganar dinero, sino hacer de nuestro planeta un mundo mejor, y como consecuencia, ganar dinero. Curiosamente, cada vez más estas compañías crecen más rápido, y ganan más dinero, que las del Siglo XX que tan solo buscan su rentabilidad a corto plazo, sin pensar en las consecuencias de su actividad empresarial en el mundo. Pura contradicción, y sin duda, un señal inequívoca de que estamos frente una revolución mucho más poderosa, que la digital, la “revolución social”.
Estoy seguro que en las próximas décadas viviremos una auténtica transformación de la sociedad y las empresas, pero muchos científicos y pensadores, en los que me incluyo, pensamos en que las tecnologías disruptivas y el nuevo consumidor, empujaran a las empresas y los gobiernos a mejorar sustancialmente los grandes retos de la humanidad.
“Aquellos que tienen el privilegio de saber, tienen la obligación de actuar”
Albert Einstein