El poder de lo simple

Una de las características de los grandes líderes y visionarios es su capacidad de hacer simple lo complejo: La gran mayoría de empresas tienden a complicar muchísimo las cosas, con un afán de controlar o sofisticar el proceso. Gran error. Una de las claves del éxito empresarial es innovar, haciendo sencillo lo complicado y trasladar ese mensaje a la organización y los clientes.

La semana pasada tuve la oportunidad de disfrutar de la compañía de Ken Segall, -ex director creativo de Apple, creador de la campaña ‘Think different’ de Apple y autor del libro ‘Think Simple’-, en AECOC.

Tal y como Ken expuso en esta conferencia, si creemos en el poder de la simplicidad por definición, ya pensamos diferente. La simplicidad puede ser una de las armas más poderosas de la tierra, pero es un arma que muy pocos tienen.

 

Los buenos ejemplos de innovación: Apple

Desde el punto de vista de una empresa, esto constituye una ventaja competitiva, como tienen Apple o Mercadona. La simplicidad, al ser un bien tan escaso, tiene mucho más valor. Las compañías que aprovechan su poder pueden destacar entre sus competidores y los individuos que la dominan se convierten en activos valiosos para sus organizaciones.

Antes de empezar a practicar el arte de la simplicidad, tenemos que tener en cuenta que una idea simple no tiene por qué ser necesariamente una idea mejor. Lo importante es la calidad.

La propia Apple, a pesar de haber demostrado ser un bastión de cerebro y sentido común, ha cometido algunos errores históricos, como el ratón redondo hockey puck que no hacía ruido y cuyos usuarios no sabían hacia dónde apuntaba; o el Power Mac G4 Cube, una maravilla de diseño pero demasiado caro para resultar asequible a todos los consumidores.

Steve Jobs, precisamente porque sabía que una compañía experimenta éxitos y fracasos a lo largo de su trayectoria, creía firmemente en el concepto de banco de la marca o brand bank. Creía que la marca de una compañía funcionaba como una cuenta bancaria.

Cuando la empresa hace cosas buenas, como lanzar un producto exitoso o una campaña magnífica, ingresa en el banco de la marca. Cuando la empresa tiene algún contratiempo, se retira de la cuenta. Cuando en el banco se ingresa mucho más de lo que se retira, los consumidores están más dispuestos a soportar las épocas difíciles. Cuando la diferencia entre lo que se ingresa y lo que se retira no es tan elevada, pueden estar más tentados de cortar la relación y salir corriendo. Es fundamental tener un saldo positivo en el banco de la marca y esto es algo que Apple ha conseguido con creces en los últimos diez años.

Su éxito se debe al hecho de haber abrazado un concepto que tiene un poder muy básico y que se puede aplicar con éxito a todas las disciplinas de la compañía: la simplicidad. Ésta puede adoptar varias formas: Puede ser la inspiración o el resultado final o el proceso que lleva de uno a otro. Por eso, la simplicidad es más un concepto que otra cosa. Es una forma de ver todos los aspectos de nuestro trabajo, el trabajo de los que nos rodean y la forma de operar de nuestra empresa.

Podemos golpear partes concretas de nuestra organización con el palo de la simplicidad, pero el auténtico potencial de la simplicidad se aprecia cuando, como en el caso de Apple, se convierte en una obsesión que implica a toda la compañía.

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