Empresas tradicionales vs empresas de impacto social: Las primeras tienen un objetivo únicamente económico
Tras muchos años analizando, viviendo y disfrutando del ecosistema empresarial del impacto social, podría resumir en una sola característica lo que diferencia a una empresa de impacto social del resto, y es que juegan a un juego infinito; es decir, tienen un propósito por encima de un objetivo simplemente económico.
Ya en 1986, el profesor de lengua y literatura emérito de la Universidad de Nueva York, James Carse escribió un libro titulado «Juegos finitos e infinitos», que Simon Sinek ha readaptado en 2019 bajo el título “El juego infinito”. Los juegos finitos se definen como aquellos que implican jugadores conocidos, reglas fijas y un objetivo acordado. Un juego infinito se define como aquel que implica jugadores conocidos y desconocidos, las reglas son variables y el objetivo no es ganar: el objetivo es seguir jugando, seguir perpetuando el juego. Un emprendedor social no quiere hacerse rico, ni es su ambición ser el primero del mercado, lo que quiere es hacer un mundo mejor y eso le perpetúa, además de hacerlo mucho más poderoso.
Cuando enfrentas a un jugador finito contra un jugador finito, el sistema es estable. Cuando enfrentas a un jugador infinito contra un jugador infinito, el sistema también es estable. Los problemas surgen cuando enfrentas a un jugador finito contra un jugador infinito.
El jugador finito está jugando para ganar, y un jugador infinito está jugando para seguir jugando. Como resultado, tomarán decisiones estratégicas muy diferentes.
Lo que termina sucediendo es que el jugador finito siempre se encontrará en un atolladero, corriendo a través de la voluntad y los recursos que necesita para permanecer en el juego. Es por eso que la resiliencia del empresario social es mucho mayor que la del tradicional y tiene un índice de mortalidad mucho menor, y en el largo plazo, en consecuencia, una rentabilidad considerablemente mayor.
Es paradójico, que acaba dando muchos más beneficios el jugador infinito, sin buscarlo, como objetivo prioritario, que el jugador finito, que solo piensa en “quarters”.
No existen los negocios ganadores. Podemos tener victorias puntuales, durante la vida de un negocio, como podemos llegar a tener en las batallas, pero no existe el negocio «ganador». El problema es que muchos dueños de negocios, demasiados líderes, no saben el juego al que están jugando. Hablan de ser el número uno, de ser el mejor, de vencer a su competencia. ¿Basado en que métricas? ¿En qué plazo? No es real.
Cuando jugamos con una mentalidad finita en el juego infinito de la vida y los negocios, suceden algunas cosas muy consistentes y predecibles. Con el tiempo, verás una disminución en la confianza, la cooperación y la innovación. Finalmente, tu organización se quedará sin la voluntad o los recursos para permanecer en “el juego”, o lo que es lo mismo: la bancarrota o la fusión y adquisición.
¿Cómo tener una mentalidad infinita?
Primero, debes tener una causa justa, un propósito, algo que mejore el planeta o la sociedad. Una causa tan justa que sacrificarías voluntariamente tu interés para avanzar en esa causa.
Segundo, debes tener equipos de confianza. Significa que trabajamos con y para las personas, de tal manera que podamos levantar nuestras manos y decir: «Cometí un error, tengo miedo o tengo problemas en casa y están afectando mi trabajo», sin temor a la humillación y venganza.
Tercero, debes tener un rival digno. Un buen competidor, nos revela nuestras debilidades; eso es lo que nos hace sentir tan incómodos en su presencia o cuando aparece su nombre. En lugar de enojarnos por ello, intentemos aprender de nuestros competidores, ¿Cómo son?, ¿Porque la gente les admira y ama tanto?, y quizás concentres tu energía en trabajar en ti mismo. La superación personal. Todos los días. Constantemente.
Cuarto, debes tener la capacidad de flexibilidad existencial. Esto es mucho más grande que la flexibilidad diaria que necesitamos tener en nuestros trabajos. Un flex-existencial se basa en la capacidad de hacer un cambio estratégico drásticamente enorme en una dirección completamente nueva, para avanzar en nuestro propósito.
Y finalmente, debes tener el coraje de liderar. Eso significa el coraje de decir: «Eso es malo para los negocios, y voy a hacerlo de manera diferente». La gente puede llamarte ingenuo y decirte que no entiendes el negocio. Puedes decir que no entienden el juego que están jugando. Eso requiere un gran coraje.
La mayoría de nosotros estamos jugando con una mentalidad finita en nuestras empresas y no le hemos dado a nuestra gente ninguna razón para construir una compañía mejor sin nosotros. Eso es lo que significa liderar con una mentalidad infinita: que dejaremos a nuestras organizaciones en mejor forma de lo que las encontramos y que construyamos organizaciones que inspiren a otras personas a querer continuar el propósito sin nosotros.