Estamos viviendo un momento histórico de transformación social y tecnológica, donde se requiere que pongamos todo nuestro esfuerzo en aprender a transformar las empresas e instituciones hacia un marco de progreso y, en cambio, nos estamos dedicando a dividirnos y separarnos. No puedo entender que la independencia de Cataluña esté impulsando a un destrozo de calles, a un ataque de las fuerzas de seguridad, a una desacreditación de la ciudad de Barcelona.
Siempre me he caracterizado por ser una persona que defiende al ser humano por encima de cualquier ideal, nacionalidad, bandera, religión o sexo. Por ese motivo, me apena e indigna la miopía que estamos viviendo en Cataluña y en el resto de España.
Yo nací en Barcelona, soy de padres catalanes y vivo en Madrid desde hace 20 años con mi familia. En mi casa de Madrid hablamos el catalán con mis tres hijos (dos son catalanes y uno madrileño), nos apasiona el Barça y “La Roja” y amamos tanto la cultura catalana como la española. Mis mejores amigos son de Barcelona, de Sevilla, de Orense, de Coruña, de Madrid y un largo etcétera. Nos consideramos afortunados por tener la suerte de vivir en uno de los países más avanzados y ricos del mundo, que cuenta con una calidad de vida envidiada por todo el mundo.
Los acontecimientos que están ocurriendo con Cataluña y con el Brexit nos demuestran que estamos viviendo una crisis de valores de la especie humana
Vivimos un momento histórico, de transformación social y tecnológica, donde se requiere que pongamos todo nuestro esfuerzo y saber en transformar las empresas e instituciones hacia un marco de progreso, imprescindible para la supervivencia del planeta y la especie humana, tal y como nos dicta la ONU con sus ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Y no tenemos tiempo que perder o bien corremos el riesgo de quedarnos sin todo aquello que tanto les costó construir a nuestro padres y abuelos, que incluso tuvieron que pasar por una terrible dictadura y guerra civil.
Por ese motivo, no puedo entender que la independencia de Cataluña esté empujando a degradar y violentar a mi pueblo natal, y me niego a callarme. Basta ya de destrozar las calles de Barcelona, de atacar a las fuerzas de seguridad que tanto han hecho por nosotros y, sobre todo, basta de desacreditar el buen nombre de Barcelona: una ciudad que siempre se ha caracterizado por su apertura al mundo, integridad, prosperidad y modernidad.
¿Por qué no en lugar de centrarnos en adaptarnos a los nuevos desafíos tecnológicos, nos empeñamos en enfrentarnos y dividirnos?
Que una clase política de baja estopa no nos confunda. Que unos medios de comunicación poco objetivos, no nos despisten. El progreso que necesitamos en el mundo no se consigue construyendo muros o generando diferencias entre unos y otros. El progreso que la humanidad necesita es justo lo contrario, es unir a todos los seres humanos en un solo propósito de prosperidad y bien estar en todo el mundo, sea de donde seas, hayas nacido donde hayas nacido.
Esto no es una crisis entre catalanes y el resto de españoles o entre ingleses y europeos, es una crisis de valores de la especie humana. Es indigno vivir las desigualdades tan acuciantes entre ricos y pobres y la degradación del medioambiente. Y no es justo que teniéndolo todo, y pudiendo ser un actor clave en la transformación de un mundo mejor, estemos dedicando tanto tiempo y esfuerzo en separarnos y enfrentarnos.
Necesitamos que la sociedad civil se una en un proyecto común de progreso, cordura y prosperidad para todos. Que no nos confunda una clase política que tan solo mira el corto plazo y sus intereses partidistas. Dejémonos solo guiar por el amor, la generosidad, y la prosperidad de TODOS.
Yo seguiré trabajando para que así sea, por Barcelona, por Catalunya, por España, por Europa, y por EL SER HUMANO.
